A Arturo Toscanini, para algunos el mejor director de orquesta de la primera mitad del siglo XX, solo había una cosa que le gustara más que la música: las mujeres.
Hoy lo sabemos por las numerosas cartas que hay de él.
A una de sus múltiples amantes, que además era cantante de ópera, se le ocurrió llamarle Arturo delante de toda la orquesta, y le respondió lo del asunto del email: Arturo en la cama, aquí maestro.
Dejando aparte sus andanzas amorosas, Toscanini fue conocido principalmente por un rigor musical a prueba de bombas.
Exigía de sus músicos una dedicación plena en los ensayos y en las funciones y estallaba en cólera cuando no conseguía lo que quería o pensaba que alguien no se esforzaba al máximo.
Cuando llegó a la Scala de Milán como director musical exigió apagar las luces de la sala en las actuaciones (nos puede parecer sorprendente hoy en día, pero estaban encendidas todo el tiempo) y prohibió los bises.
Cuando él dirigía no se permitía las más mínima licencia.
Consideraba que los bises eran licencias del pasado y no lo iba a permitir.
Él era un fiel guardián de la partitura y de las intenciones del compositor y vigilaba para que fuera así.
Pero…el problema vino cuando falleció y empezaron a descubrirse algunas cositas.
Cositas como que modificaba las partituras cuando algo no le gustaba (el museo de la Scala de Milán tiene unas cuantas partituras suyas y se puede comprobar cómo cambiaba cosas de la orquestación).
Por ejemplo, en la obra La mer, de Debussy, hay dos páginas enteras reorquestadas.
No le gustaba cómo sonaba la partitura en ese punto y pensó que sabía más que Debussy.
Pecadillos aparte, merece la pena escuchar muchas de las grabaciones de Toscanini, sobre todo las de Verdi y Puccini, con quien tuvo relación y pudo ver de primera mano lo que querían estos grandes compositores.
Eso sí, comportamientos como los que se escuchan en este vídeo ya no se permiten hoy en día.
Si cualquier director habla a los músicos de esa manera, toda la orquesta se levantaría y se iría.
Y con razón.
¡Que pases un gran día!
Daniel